Cómo influyen el azúcar en sangre y las hormonas del estrés en la distonía: El papel de la insulina, el cortisol y la dieta

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Joaquin Farias PHD, MA, MS

Estudios recientes muestran cómo el azúcar, las fluctuaciones de insulina y la hiperglucemia están relacionados con trastornos del movimiento como la distonía. Este artículo profundiza en los efectos de los desequilibrios de azúcar en sangre sobre la función cerebral y cómo los ajustes en el estilo de vida pueden aliviar los síntomas de la distonía.

 

Estudios recientes han puesto de manifiesto la compleja interacción entre la salud fisiológica y la neurológica, revelando que lo que comemos -y cómo responde nuestro cuerpo a ello- puede influir significativamente en la función cerebral. Tras más de 30 años trabajando con personas afectadas por distonía, he observado cómo las fluctuaciones del azúcar en sangre y de las hormonas del estrés, como el cortisol, a menudo se correlacionan con la intensidad y la variabilidad de los síntomas. En este artículo, exploro la conexión entre insulina, cortisol, y dietay cómo pueden afectar a la distonía.


Fluctuaciones de insulina y cerebro

Aunque la insulina es conocida principalmente por regular los niveles de glucosa en sangre, también desempeña un papel importante en el cerebro. Los receptores de insulina están ampliamente distribuidos en el sistema nervioso central y desempeñan un papel fundamental en la regulación de la actividad sináptica y la neurotransmisión, como se ha demostrado tanto en fundacional y investigaciones más recientes. Cuando la señalización de la insulina se deteriora, como ocurre en la resistencia a la insulina o la hiperglucemia, esto puede alterar la comunicación neuronal y empeorar potencialmente los síntomas motores.

En el contexto de la distonía, muchos pacientes informan de que los síntomas fluctúan en función de los niveles de energía, los picos de azúcar en sangre y los patrones dietéticos. La alteración de la señalización de la insulina contribuye a la neuroinflamación y al estrés oxidativo, dos factores que pueden exacerbar los trastornos del movimiento, tal y como se expone en investigaciones recientes.


Cortisol, estrés y expresión de síntomas

El cortisol, la principal hormona del estrés del organismo, tiene una gran influencia en la regulación del azúcar en sangre, la función inmunitaria y el equilibrio neurológico. El estrés crónico y los niveles elevados de cortisol pueden aumentar la resistencia a la insulina, desestabilizar los niveles de glucosa y contribuir a la inflamación sistémica. Para muchas personas con distonía, el estrés elevado suele provocar un aumento de los síntomas, sobre todo de la tensión muscular y los espasmos.

La investigación ha demostrado que los cambios en el cortisol inducidos por el estrés también pueden alterar la comunicación intestino-cerebro y afectar a las vías de neurotransmisión como la serotonina y la dopamina, que desempeñan papeles cruciales en el estado de ánimo, el movimiento y la regulación autonómica (fuente).


Hiperglucemia y microcirculación cerebral

Una de las consecuencias más importantes -y a menudo olvidadas- de la hiperglucemia crónica es su efecto sobre microcirculación en el cerebro. La hiperglucemia daña los pequeños vasos sanguíneos que suministran oxígeno y nutrientes al tejido cerebral. Con el tiempo, esto puede provocar:

  • Reducción del flujo de oxígeno a zonas clave implicadas en el control motor

  • Deterioro de la eficacia sináptica y de la comunicación neuronal

  • Aumento de la neuroinflamación y del estrés oxidativo

Estos cambios vasculares pueden exacerbar los síntomas de la distonía al comprometer la capacidad del cerebro para regular y coordinar eficazmente el movimiento. De hecho, Diversos estudios han demostrado que incluso una hiperglucemia moderada puede reducir la perfusión cerebral y alterar la estructura de la materia blanca y gris en regiones vinculadas a la planificación motora, como demuestran investigaciones recientes


Desregulación inmunitaria e inflamación

Un nivel elevado de azúcar en sangre también afecta a la función inmunitaria, favoreciendo un estado proinflamatorio en el organismo. Esta inflamación puede atravesar la barrera hematoencefálica y contribuir a la irritación del sistema nervioso central, lo que puede agravar aún más los síntomas neurológicos en pacientes con distonía. La inflamación sistémica se ha relacionado con el aumento de la reactividad muscular y la alteración de la señalización de los neurotransmisores, características clave de la actividad distónica.


La dieta como modulador clave

Una dieta rica en azúcar y carbohidratos refinados es uno de los principales impulsores tanto de la hiperglucemia como de la inflamación sistémica. Para las personas con distonía, estas dietas pueden aumentar la frecuencia o la intensidad de los síntomas. Por otro lado, adoptar un enfoque nutricional más equilibrado -centrado en fibra, grasas saludables, proteínas magras y carbohidratos complejos- puede ayudar a estabilizar la glucosa en sangre y favorecer el equilibrio de los neurotransmisores.

Aunque la investigación sigue su curso, estas observaciones subrayan la importancia de estrategias nutricionales como un factor práctico y modificable en el tratamiento de los síntomas de la distonía. Evitar los picos de azúcar en sangre mediante comidas consistentes, alimentos de bajo índice glucémico e hidratación puede ofrecer beneficios reales a los pacientes.


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Descargo de responsabilidad

Este artículo sólo tiene fines informativos y no constituye consejo médico. Consulte siempre a su médico antes de realizar cambios en su tratamiento o dieta. Los resultados pueden variar en función del estado de salud y los antecedentes de cada persona.