La distonía es un complejo trastorno neurológico del movimiento caracterizado por contracciones musculares involuntarias que provocan movimientos repetitivos o posturas anormales. Aunque sus causas exactas siguen siendo imprecisas, las nuevas investigaciones sugieren que las hormonas sexuales -en particular la testosterona- pueden desempeñar un papel en la modulación de la plasticidad cerebral y, en consecuencia, influir en la manifestación y progresión de la distonía.
Entender la distonía
La distonía abarca una serie de trastornos del movimiento, desde distonías focales que afectan a una sola parte del cuerpo hasta formas generalizadas que afectan a múltiples regiones. Esta afección se debe a disfunciones en el ganglios basales, un grupo de núcleos cerebrales implicados en el control motor. Los factores que contribuyen a la distonía incluyen mutaciones genéticas, desencadenantes ambientales y, curiosamente, influencias hormonales.
Prevalencia y diferencias de género
Los estudios epidemiológicos han mostrado sistemáticamente una mayor prevalencia de la distonía entre las mujeres. Por ejemplo, un estudio del registro nacional finlandés de distonía halló un fuerte predominio femenino en varios subtipos de distonía, con proporciones hombre-mujer que oscilaban entre 1:1,4 y hasta 1:13 en función del tipo (Martikainen et al., 2018, Fronteras de la neurología, PMC6245745). De forma similar, un estudio multicéntrico europeo informó de que las mujeres superaban a los hombres tanto en las distonías segmentarias como en las focales, con una proporción mujer-hombre de aproximadamente 2,4:1 (Becker et al., 2020, Práctica clínica de los trastornos del movimiento, DOI).
Aunque se desconoce la razón exacta de esta disparidad entre sexos, la implicación de las hormonas sexuales es un área de investigación convincente.
La testosterona en el cerebro
La testosterona se asocia a menudo con la fisiología masculina, pero también desempeña funciones esenciales en el sistema nervioso central, influyendo en el neurodesarrollo, la regulación del estado de ánimo, la función cognitiva y la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para formar y reorganizar conexiones neuronales.
La testosterona suele asociarse con rasgos masculinos, pero también desempeña funciones críticas en el cerebro, influyendo en el estado de ánimo, la cognición y la neuroplasticidad. En Spritzer y Galea señalan que "la testosterona puede ejercer sus efectos modulando la estructura y la función neuronales y potenciando la plasticidad en regiones cerebrales como el hipocampo". Aunque estos efectos suelen estudiarse en varones, la testosterona también es relevante para la neurobiología femenina. Siddiqui et al. (2019) destacan el potencial neuroprotector de la testosterona, incluido su papel en la remodelación sináptica y los procesos de recuperación cerebral.
La testosterona en la mujer y el desequilibrio hormonal
Aunque a menudo se pasa por alto, la testosterona también está presente de forma natural en las mujeres -aunque en concentraciones más bajas- y desempeña un papel importante en la regulación del estado de ánimo, los niveles de energía, el rendimiento cognitivo y la función neuromuscular. Incluso fluctuaciones o desequilibrios sutiles de la testosterona pueden afectar a la función cerebral e influir en la susceptibilidad a trastornos neurológicos, como la distonía.
En las mujeres, los desequilibrios hormonales que afectan a los andrógenos (como la testosterona) pueden deberse al envejecimiento, a trastornos endocrinos o a los efectos de la medicación. Estos cambios pueden alterar el delicado equilibrio de las vías de señalización neuronal -en particular las que implican GABA y glutamato- que subyacen al control motor normal. Dado que la testosterona puede atravesar la barrera hematoencefálica y convertirse en esteroides neuroactivos en el cerebro, no debe subestimarse su posible papel en la plasticidad y la función motora de las mujeres.
La interacción entre las hormonas sexuales y la plasticidad cerebral puede ofrecer una explicación del predominio femenino observado en la distonía y justifica nuevas investigaciones.
Testosterona y Distonía: La conexión
La relación entre la testosterona y la distonía aún está por desentrañar. Un estudio en animales que utilizó un modelo genético de distonía en hámsters descubrió que los síntomas aparecían alrededor de la pubertad, lo que sugiere una relación con los cambios hormonales. Curiosamente, la remisión final de la distonía se produjo independientemente de las hormonas gonadales circulantes, apuntando en su lugar al papel de los neuroesteroides sintetizados dentro del cerebro (Gernert et al., 1995, Neurología experimental, PubMed 7885361).
La testosterona también afecta a los sistemas neurotransmisores fundamentales para el control motor, en particular las redes GABAérgica y glutamatérgica. Su influencia en la excitabilidad y plasticidad de estos circuitos puede ayudar a explicar parte de la variabilidad observada en la aparición, gravedad y remisión de la distonía.
Cómo mantener niveles saludables de testosterona de forma natural
Mantener unos niveles equilibrados de testosterona es esencial tanto para los hombres como para las mujeres y contribuye significativamente a la salud neuroendocrina general. Aunque la testosterona se asocia a menudo con la fisiología masculina, las mujeres también producen esta hormona, y los desequilibrios, ya sean demasiado altos o demasiado bajos, pueden afectar al estado de ánimo, la cognición, la energía y la función neuromuscular. Las siguientes estrategias de estilo de vida son muy beneficiosas para quienes desean mantener el equilibrio hormonal, especialmente durante los periodos de fluctuación.
1. Dieta rica en nutrientes:
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Nutrientes clave como zinc, magnesio, y vitamina D desempeñan un papel importante en función endocrina general, que pueden contribuir a una producción hormonal sana. Entre los alimentos ricos en ellos se encuentran los frutos secos, las semillas, las verduras de hoja verde, las legumbres, el pescado azul y los productos lácteos enriquecidos.
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Incorporación de grasas saludablescomo los procedentes del aguacate, el aceite de oliva, los frutos secos y las nueces. ácidos grasos omega-3 (por ejemplo, semillas de lino, nueces y pescados grasos como el salmón), favorece la síntesis hormonal. Los omega-3 también tienen propiedades antiinflamatorias, que puede favorecer indirectamente el equilibrio neuroendocrino.
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Reducir la ingesta de azúcares refinados y alimentos muy procesados ayuda a estabilizar los niveles de insulina y favorece la regulación hormonal.
2. Priorizar el sueño y la recuperación:
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La secreción de testosterona alcanza su máximo durante sueño profundo. La calidad del sueño es esencial para la salud hormonal. Objetivo 7-9 horas de un sueño constante y reparador.
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La privación crónica de sueño se ha relacionado con reducciones de los niveles de testosterona y otras alteraciones hormonales en todos los sexos.
3. Actividad física equilibrada:
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Participar en ejercicio regular y equilibrado-incluidos ambos entrenamiento de fuerza y actividad cardiovascular moderada-puede contribuir a unos niveles hormonales saludables, a la regulación de la energía y a la resistencia al estrés.
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En las mujeres, el entrenamiento de resistencia aporta importantes beneficios para la salud, aunque el aumento de testosterona suele ser menos pronunciado que en los hombres.
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Evitar sobreentrenamiento y garantizar una recuperación adecuada es clave, ya que un estrés físico excesivo puede elevar cortisolque, a su vez, puede suprimir los niveles de testosterona.
4. Gestionar los niveles de estrés:
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El estrés crónico puede elevar cortisol, una hormona que contrarresta la testosterona y altera el equilibrio hormonal.
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Técnicas como meditación consciente, yoga, respiración profunda, y tiempo regular en la naturaleza puede ayudar a controlar el estrés y favorecer un entorno hormonal más estable.
5. Reducir la exposición a disruptores endocrinos:
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Productos químicos como BPA, ftalatosy ciertos pesticidas pueden interferir en la señalización hormonal.
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Optar por recipientes de vidrio o acero inoxidableutilizando productos naturales para el cuidado personal, y eligiendo productos ecológicos cuando sea posible puede ayudar a reducir la exposición a estos compuestos.
6. Favorece una composición corporal saludable:
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Exceso grasa visceral-grasa almacenada alrededor de los órganos internos- puede contribuir a una cambio en la relación estrógeno-testosteronaespecialmente en las mujeres, debido a una mayor actividad de la enzima aromatasaque convierte la testosterona en estrógeno.
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Mantener un peso saludable mediante alimentación equilibrada y actividad física regular ayuda a preservar el equilibrio hormonal y la salud metabólica.
7. Reconocer las diferencias individuales:
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El impacto de estas estrategias puede variar significativamente en función de genética, enfermedades subyacentes, edad, y estilo de vida.
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Lo que funciona bien para una persona puede tener un efecto diferente en otra, por lo que un enfoque personalizado suele ser lo más eficaz.
8. Consulte a los profesionales sanitarios:
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Si sospechas que existe un desequilibrio hormonal o experimentas síntomas como fatiga, alteraciones del estado de ánimo, pérdida de masa muscular o irregularidades menstruales, es importante que consultes a un profesional sanitario o endocrinólogo.
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Pueden guiarle a través de las pruebas adecuadas y adaptar las intervenciones en función de su perfil y necesidades individuales.
Relevancia para la distonía: Aunque la investigación directa que relaciona las estrategias de estilo de vida con el tratamiento de los síntomas de la distonía es limitada, el apoyo a salud neuroendocrina general mediante la dieta, el movimiento, el sueño y la reducción del estrés puede crear un entorno interno más equilibrado. Dada la influencia de la testosterona en neuroplasticidad y modulación del circuito del motor. Estas prácticas pueden ofrecer beneficios indirectos para las personas con distonía optimizando las condiciones fisiológicas que sustentan la función cerebral.
Implicaciones para el tratamiento e investigación futura
Entender cómo influyen la testosterona y otras hormonas sexuales en la plasticidad cerebral abre vías para nuevos enfoques terapéuticos de la distonía. Los tratamientos hormonales o las intervenciones dirigidas a la neuroplasticidad podrían complementar las terapias existentes. Sin embargo, se necesita más investigación para dilucidar los mecanismos precisos por los que la testosterona afecta a la distonía y determinar la eficacia y seguridad de tales tratamientos.
Conclusión
Las nuevas conexiones entre testosterona, neuroplasticidad y distonía ponen de relieve las intrincadas relaciones entre las hormonas y la función cerebral. La consideración del papel de la testosterona tanto en hombres como en mujeres -en particular, su capacidad para influir en la conectividad neuronal y la neurotransmisión- podría profundizar nuestra comprensión de por qué la distonía afecta desproporcionadamente a las mujeres e inspirar nuevas estrategias de tratamiento. A medida que la ciencia siga desentrañando estas complejas dinámicas, podría surgir un enfoque de la atención más individualizado e informado sobre las hormonas.
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Descargo de responsabilidad: Este artículo es meramente informativo y no constituye consejo médico. Consulte siempre a profesionales sanitarios cualificados sobre cualquier afección o tratamiento médico.